En el tratado de Roma:
La formación de una entidad de ámbito supranacional en los planos económicos, políticos y sociales.
Promover un desarrollo armónico de las actividades económicas, una expansión continua y equilibrada, la elevación del nivel de vida, y estrechar relaciones entre países miembros.
Para ello era necesario que:
Se eliminasen las barreras arancelarias y restricciones cuantitativas al comercio interior.
Se promoviera la libre circulación de los factores productivos tanto mercancías como personas, empresas y capitales.
Se coordinasen las diferentes políticas nacionales, además de establecer otras comunes.
En el tratado de Maastricht:
Cuando se consolidó la formación de la Unión como tal, el objetivo a seguir se centró en, “alcanzar la plena integración y convergencia en el plano macroeconómico (moneda única, creación del Banco Central Europeo, armonización de las políticas fiscales, etc.)”.